Geológicamente Islandia es un país tremendamente activo y uno de los más jóvenes del planeta. Estos factores condicionan en gran medida su especial orografía y por consiguiente las características de los cañones. Teóricamente aglutina todos los elementos necesarios para la formación de grandes cañones, gracias a sus macizos montañosos y a una vasta red fluvial alimentada por sus descomunales glaciares. Sin embargo existe un gran hándicap, debido al precoz período de formación geológica, que ha impedido que los grandes cursos de agua hayan podido horadar la roca y culminar el proceso de formación de los cañones.
Una de las cosas que más te impresionan cuando comienzas a moverte por el país es la gran cantidad de cascadas que existen. El agua de los glaciares en su camino hacia el mar, salva las barreras montañosas formando muchas cascadas. Los saltos de agua se hacen muy comunes cerca de la costa. Siguiendo la gran carretera 1 se pueden observar multitud de estas cascadas. Desgraciadamente suelen ser saltos de agua aislados, que discurren en la mayor parte de los casos por un lecho geológicamente muy joven, donde el agua apenas ha realizado su trabajo erosivo y de modelado. Son cascadas que no circulan por un cauce encajado y que normalmente carecen de paredes. Aunque existen excepciones, como el cañón y cascadas de Skógafoss, que posee tramos bastante encañonados, aunque a causa del poco desnivel que salva a lo largo de su gran recorrido, también concentra pocas cascadas. Además, su caudal es siempre tan extremadamente alto y devastador que harían prácticamente imposible su descenso mediante nuestras técnicas.
Otro de los grandes hándicap con los que nos encontramos fue la pésima calidad de la roca volcánica, debido a su elevada fracturación y bajísima dureza. Su textura frágil y terrosa, impedía en muchos casos, encontrar un sustrato en condiciones para la ubicación de los anclajes. Por suerte muchos de los parabolts que habíamos llevado eran de 100mm de longitud y doble expansión y nos facilitaron en gran medida las tareas de instalación.
Durante cerca de las dos semanas en las que estuvimos en el país realizamos algunas prospecciones de la zona costera sureste, si bien con escasos resultados, descendiendo cuatro cañones, aunque de escaso desnivel y recorrido. Las tareas de prospección resultan un tanto complejas debido a las dimensiones del país y especialmente a, que si exceptuamos la gran carretera 1, la prácticamente mayoría de carreteras carecen de asfalto y se encuentran en mal estado y alejadas de los núcleos de población.
Las condiciones meteorológicas fueron muy estables durante nuestra estancia, (mes de julio). El agua de los cañones no estaba especialmente fría. Contar con 24 horas de luz al día también es un punto a nuestro favor. La verdad es que resultaba un tanto extraño olvidarse del día y de la noche y más aún meterse en el saco con la dichosa luz del sol de medianoche…
Tras esta primera toma de contacto con el país pudimos constatar que Islandia es un destino poco prolífero en cuanto a cañones se refiere y que su potencial es más bien escaso. Prueba de ello es que durante los preparativos previos al viaje, no encontramos referencia alguna de cañones islandeses, en ninguna de las principales base de datos existentes a nivel mundial. Pese a amalgamar todos los factores necesarios para la existencia de grandes cañones, su temprana edad es aún un factor determinante.
De momento ahí quedan estas cuatro pequeñas aperturas, cuatro pequeños cañones situados en la zona sureste del país, que por mucho que le pese al bueno de Murphy, ya engrosan la corta catalogación islandesa de cañones…