
Italia suma 780 cañones repartidos a través de 20 regiones peninsulares y de las islas de Sicilia y Cerdeña.
La historia de las exploraciones es relativamente reciente si la comparamos con la de España y Francia, donde comenzaron a principios del siglo XIX y donde ya tuvo lugar en el año 1.933, el descenso de la garganta francesa de Olhadubie – Holzarté, que supuso por aquel entonces el primer descenso integral de la historia.
En Italia el primer descenso que se encuentra documentado tuvo lugar en el año 1.958 en el torrente Cosa, situado en la región de Friuli. Pero no sería hasta la década de los 80 cuando comenzaran a realizarse exploraciones más sistemáticas a cargo de grupos espeleológicos, consolidándose posteriormente en la década de los 90. El potencial de algunas zonas es tan grande, que las aperturas y los primeros descensos se han prolongado hasta nuestros días, existiendo muchos cañones que han sido abiertos a partir del año 2.000.
Entre todas estas regiones italianas destacan la de Lazio situada en el centro del país y las del Piemonte y Lombardía situadas en el norte, como mejores enclaves para la práctica del descenso de cañones. Lombardía, con algo más de 136 cañones inventariados es el punto de referencia del país. Situada en el norte, comparte sus principales macizos con el país transalpino de Suiza, concretamente con los cantones de Grisones y del Ticino, otros lugares verdaderamente fascinantes para la práctica del descenso de cañones. Por su especial situación y orografía dentro de las 12 provincias que componen la región de Lombardía destaca la de Sondrio , a la que se considera como uno de los puntos neurálgicos del torrentismo italiano.

En los cañones de Lombardía existen dos grandes protagonistas: la roca y el agua. Gran parte de los cañones se desarrollan en granito, esquistos y en gneiss granitoide, aunque también existen muchos barrancos excavados en roca calcárea, especialmente en las provincias de Como y de Brescia, y hasta existe también algún barranco que se desarrolla en conglomerado.
El gneiss granitoide es una roca muy especial y sobre todo espectacular, que tiene sus principales exponentes en los cañones de la provincia de Sondrio, como en Boggia (Val Bodengo) o Casenda. El color azulado de la roca y la innumerable cantidad de vetas blancas y de otras tonalidades la convierten en algo único y difícil de encontrar en otras latitudes. Y por si todo esto fuese poco, además, el lecho del cauce tiene un brillo especial debido a los pequeños fragmentos minerales que lleva en suspensión el agua y que se precipitan en su fondo. Estos minerales con la incidencia directa del sol hacen que el todo tenga un brillo excepcional.

El agua de muchos cañones es un agua cristalina, que permite ver el fondo de todas las marmitas de aguas tranquilas con suma claridad. Las pozas de color verde esmeralda son otra de las emociones únicas que nos brindan estos cañones. Hay veces que tienes la sensación de estar flotando en el espacio en lugar de estar sumergido en el agua. Esto sucede, entre otros, en las tranquilas aguas del cañón Pilotera, donde aún estando en una marmita de 6 ó 7 metros de profundidad se puede ver el fondo con total detalle.

Pero no todas las aguas de los cañones son aguas tranquilas, más bien todo lo contrario y el cañón de Boggia es un buen ejemplo de ello. Se trata de un cañón cuyo descenso se divide en 3 tramos, siendo el tercero el más técnico especialmente por el caudal. Las marcas y los pulidos en algunas zonas altas del cauce demuestran que las crecidas que sufre son continuas y devastadoras y que en algunas épocas del año canaliza caudales brutales. El cauce es muy profundo y de paredes muy altas (200m en algunos puntos), aunque ancho, a excepción de un único tramo en el que existe un pasillo estrecho que se evita mediante una pequeña escalada (cuerda fija), por una cornisa situada en la orilla izquierda orográfica. Todo en este cañón es de unas dimensiones poco habituales, especialmente las marmitas de recepción de algunos rápeles, muy grandes, profundas y que obligan a progresar mucho tiempo a nado, por lo que el descenso es realmente acuático y exige un buen conocimiento y lectura del agua. Aunque prácticamente ningún rápel se realiza totalmente por dentro de la caída de agua de las cascadas, algunas de las recepciones sí que son un poco comprometidas y exigen una forma de progresión más adaptada, con saltos en plancha y progresando sin la mochila a la espalda para poder superar a nado algunas de las fuertes contracorrientes que se generan. Durante el descenso que nosotros realizamos el pasado mes de octubre, tuvimos que superar algunas de las largas marmitas a nado desprovistos de las mochilas y remolcarlas posteriormente con la ayuda de una cuerda, ya que con el peso de la mochila a la espalda la tarea se complicaba bastante y resultaba verdaderamente difícil vencer algunas contracorrientes.
Otros factores que caracterizan de forma especial los cañones de Lombardía son el desnivel y el entorno natural que los rodea…
