
Durante los últimos años y tras haber conseguido salvar un sinfín de dificultades, la competición se ha introducido también en el mundo de la espeleología, gracias al enorme esfuerzo que le han impreso todos sus precursores en nuestro país.
Actualmente existen varios campeonatos autonómicos y un campeonato nacional. Por suerte, los detractores de la competición, en su mayoría grandes espeleólogos desde hace muchos años, comienzan a asumir que la espeleología no es tan solo un deporte-ciencia y que, entre la exploración, la geología o la topografía, también tiene cabida la competición. Una modalidad que, sin lugar a dudas, sólo aporta grandes valores a una federación y a una actividad que, por encima de todo, es en esencia una disciplina deportiva. La vertiente científica, con el paso de los años y debido a la especialización actual, está reduciéndose a los círculos de universidades y centros de investigación. La vertiente de la exploración, sin duda la más atractiva de este deporte, por desgracia es practicada sólo por un reducido y selecto grupo de espeleólogos. El resto del colectivo se centra en la espeleología recreativa, visitando cavidades ya conocidas y exploradas. Por tanto, la vertiente de la competición es una atractiva opción más, que aporta grandes cosas, fomentando el deporte infantil y demás valores ligados a la práctica deportiva y permite mejorar sustancialmente la técnica y la forma física de los espeleólogos. Todos estos valores son extrapolables al campo de trabajo y contribuyen a crear grandes espeleólogos con unas condiciones de base inmejorables, para convertirse en futuros grandes exploradores.

Para mí, ver el dominio de la técnica y la velocidad que tiene el selecto grupo que forma la élite de la competición es realmente increíble. Resulta impresionante apreciar la soltura y rapidez con que se mueven por una cuerda durante una competición. En definitiva, son potenciales grandes espeleólogos y potenciales grandes exploradores.
La competición se divide en tres modalidades: velocidad, resistencia y circuito. La primera valora el ascenso por una cuerda de 10, 15 o 30 metros de longitud, según categoría, mediante aparatos bloqueadores y el sistema DED, en el menor tiempo posible. La segunda valora el ascenso por una cuerda de 30, 60 o 120 metros de longitud en el menor tiempo posible. Y la última, el circuito, consiste en superar en el menor tiempo posible una instalación que aglutina diferentes dificultades técnicas, pero sin realizar ninguna maniobra de forma incorrecta que será penalizada atendiendo al reglamento.

Desde sus inicios apoyé incondicionalmente la iniciativa de la competición, colaborando en la redacción del primer reglamento español, participando en la primera promoción de jueces y posteriormente como participante activo en la competición pura y dura, que es lo que realmente me apasiona.
Ahora, tras haber participado en varias competiciones, el balance es totalmente positivo. Pese a que hace años que prácticamente no hago espeleo, la técnica perdura, es algo así como montar en bicicleta, uno siempre se acuerda. La forma física, más o menos la mantengo, gracias a la práctica de otros deportes. Así que, en definitiva, aún puedo dar guerra e intentar seguir compitiendo muchos años más contra los otros abueletes de mi categoría de veteranos…